05 julio 2007

La magdalenas


¿Conoceis esa sensación de no saber que echáis algo de menos hasta que de pronto os dais cuenta?

A mí me pasó esta mañana. Cuando me desperté mi madre había preparado el desayuno. En la cocina me estaba esperando un tazón gigante de café con leche, un zumo de kiwi con naranja (a mi madre le encanta hacer mezclas raras con la fruta, aunque he de reconocer que siempre acierta), dos tostadas con mantequilla y un par de magdalenas. No suelo desayunar tanto, pero desde que llegué se le ha metido en la cabeza que estoy delgadísima y que tiene que remediarlo, cebándome como un pollo a todas horas.

- Mamá ¿no crees que te estás pasando?- le pregunté hace un par de días, después de servirme el filete de ternera más grande que había visto jamás, llamadme exagerada pero os aseguro que ocupaba la mitad de la mesa.
- Calla niña y come, que estás hecha un asco. A saber cómo te alimentabas en Santiago, no quiero ni pensarlo.
- Pues ya no tendrás que preocuparte más. Si me como esto te aseguro que no voy a tener que comer nada más en seis meses.
Me echó una mirada que hizo que me zampase el bistec en menos de un minuto.

Pues esta mañana tenía ante mi el gigantesco desayuno junto a una nota amenazadora de mi madre: "Hola cielo. Espero que te llegue, pero si quieres más hay magdalenas en la despensa. No se te ocurra dejar nada que ya sabes que tienes una madre muy lista que lo acabará sabiendo. Un beso, corazón". Y es cierto, acabaría sabiéndolo (¿no se os ponen los pelos de punta?).

En fin, que me senté, dí un par de sorbos al zumo, un mordisco a una de las tostadas y bebí un poco de café. Pero cuando mordí una de las magdalenas no pude parar. Casi había olvidado cuanto me gustaban.
Compramos las magdalenas en una panadería que está cerca de casa. Son artesanales y las hacen ellos mismos. Llevo toda mi vida comiendo esas magdalenas y hoy me he dado cuenta de que son las que más me gustan en el mundo. Cuando estaba en la universidad alguna vez compré alguna en alguna pastelería, pero nunca me convencieron. Lo más extraño es que en todo el año no me había acordado de ellas.
Pero ahora que las tenía a mano no podía parar. Al final comí cinco o seis (además de las tostadas!!) y acabé con todo el desayuno. ¡Oh, Dios! ¡Voy a engordar tanto que nadie me reconocerá el año que viene!

Confirmado, el ojo de una madre engorda a la hija.

5 comentarios:

Nox dijo...

Pues no que quieres subir algo de peso?, ves es tu oportunidad, siempre hace falta el calor del hogar, por todo lo que cuentas te trata como una reina tu mama, no te quejes y come tu desayuno al fin no te cuesta trabajo jejeje.

Don Guri dijo...

Mandame una magdalena, que las de aqui son un asco ;)

naidleim dijo...

Nox ¿es que quieres que me convierta en una vaca? ¿te gustaría verme así?

pincha para ver foto

Don Guri

Te mando una y cien, pero tienes que compartirlas con Nico (a Proto no le des, que seguro que dice que son una mierda)

Besazos

Don Guri dijo...

Jaja! Ya conoces a Proto ;)

Nox dijo...

naidleim espero que estes bien, es preocupante no saber nada mas de ti, ya paso mucho tiempo desde que escribiste tu ultimo spot, no se si engordaste con el pan o te mantienes esbelta XD, cuidate y si no tienes tiempo de escribir otro spot por lo menos responde a los comentarios para saber si hay señales de vida de ti.