25 mayo 2007

Mi cumpleaños

Bueno, aunque un poco tarde aquí está la crónica de la noche de mi cumpleaños.

Siento no haber escrito antes, pero he estado muy ocupada y no he tenido mucho tiempo

Mi conciencia: Ya, ya, ocupada. Ahora sentarse todo el día a ver los programas de cotilleos mientras engordas el culo se llama ocupación.
Yo misma mismamente: Bueno, bueno, ya tuvo que salir la lista a fastidiarme. Con lo bien que estaba quedando delante de mis queridos lectores...

¿Por donde iba? ¡Ah, sí! Quería comentaros todo lo que pasó aquella noche.

Mi prima es un amor y ya desde la tarde estaba preocupadísima porque todo saliese bien.
- Esto no va a ser un cutre botellón de borrachos. - Decía. - Mi primita cumple diecinueve y quiero que sea una fiesta por todo lo alto.

Ana y Pedro prometieron traer una tarta y Sofía se pasó toda la tarde soplando globos para decorar el salón. Incluso hizo que Jorge, que es el chico con el que sale, comprase confetti.

Al mediodía llegó Martín cargado de botellas de alcohol y refrescos. Tuvo que hacer maniobras en el frigorífico para que le cupiese todo lo que llevaba encima, y aún así no consiguió que todo le quedase dentro.
- No importa. - Le dijo a Marta mientras abría las dos botellas de cerveza que quedaron fuera.- Tú y yo comenzamos ahora la fiesta.

Por mi parte yo estuve ocupada toda la tarde.Estuve preparando los sandwiches de jamón y queso (indispensables en toda fiesta digna) y decorando el salón para la noche. Además estuve preparando unos cuantos cd's. Me gusta ser puntillosa con la música e hice una selección con lo que más me gusta (por supuesto no iban a faltar en mi cumpleaños ni Mika ni los Scissors Sisters).

Finalmente estuvo todo listo. Mi prima se lo había tomado muy en serio y nos hizo una foto a todas delante de la mesa.

Cerca de las diez comenzó a llegar la gente. Vinieron amigos de mis compañeras de piso y gente de mi facultad. De las personas que alguna vez he mencionado aquí se encontraban Olalla (es un cielo), Luis (sí, aquel carota que intentó ligarnos a Sofía y a mí la misma noche) y varios amigos míos de la facultad. Ana y Pedro trajeron la prometida tarta y Marta invitó a sus locos colegas de la facultad. Por parte de Sofía vino Jorge, que es un chico realmente adorable, y Óscar, un amigo de ellos.

¡Qué puedo decir de Óscar! Tiene 25 años, le gusta la buena música y es simpatiquísimo. Y además ( sí, es totalmente cierto), está buenísimo. La verdad es que da un poco de asco que una persona sea tan perfecta, pero es así. Lo conocí hace unos meses (¿os acordais del post del cafecito?) y me gustó desde el principio. Obviamente yo estaba encantada de que hubiese venido a la fiesta.

La noche estuvo genial. Además de bailar y reirme un montón con los chistes de Pedro (este tío debería estar en el Club de la Comedia, os lo juro), Martín conocía un puñado de esos jueguecitos de botellón, estilo los dados o el medio limón, que lo único para lo que sirven es para emborracharnos más. Jugamos a todos y acabamos con un pedo realmente serio.

Cerca de las doce bajamos del piso y fuimos al concierto de Macaco. Si he de ser sincera debo deciros que ya me encontraba un poco achispadilla, pero también un poco fastidiada, ya que sólo había intercambiado un par de frases con Óscar en toda la fiesta.

- El colega de Sofi está buenísimo. - Me dijo Olalla. Que conste que ella no debería decir algo así, ya que tiene novio en Coruña, pero... ¡qué mas da! ¿no es cierto?

El concierto me encantó, me chifló, me volvió loca (no sé que apelativos poner para deciros lo bien que lo pasé). Macaco estuvo genial y creo que todos los que estábamos allí lo pasamos realmente bien. Pero lo que más me gustó fue que Óscar estuvo todo el rato a mi lado y estuvimos bailando. Recuerdo incluso que hubo un momento que nos abrazamos...¡Ay!

Cuando terminó el concierto fuimos al pub donde trabaja Sofía. Ella tenía que currar y se había marchado de la fiesta cuando aún estábamos en casa. Me había prometido invitarme toda la noche y dedicarme unas cuantas canciones.Y eso fue estupendo, porque cuando estábamos allí pusieron el tema de Mika, Grace Kelly, y por megafonía gritaron que estaba dedicado a mí. La gente en el local se puso a cantarme el cumpleaños feliz y yo les dí las gracias con el micrófono. Fue un momento realmente genial.

Buena parte de la gente de la fiesta ya se había ido. Recuerdo que Ana y Pedro fueron los primeros (Pedro tenía que volver a Vigo, ya que trabajaba el día siguiente por la mañana) y poco a poco el resto se fue marchando.

Al final acabamos mi prima, Martín, Olalla, Luis, Óscar y yo. Eran las tantas de la mañana, y los pubs de la zona vieja ya estaban cerrando. En Santiago a partir de cierta hora sólo quedan abiertos los locales de la zona nueva, así que fuimos hasta allí. Por el camino pasamos por la fuente de los Caballos, una de las fuentes más conocidas de la ciudad (seguro que la conoceis, porque está delante de una de las puertas de la Catedral y suele ser uno de los monumentos más fotografiados de la ciudad). Existe la costumbre de echar monedas en esa fuente, y de repente a Óscar se le ocurrió sacar unas cuantas.
- Es que me he quedado sin pasta y me apetece invitar a Verónica a una copita, ya que es su cumpleaños.
Y de pronto va, se quita la camiseta y se sumerge en el agua.
Cuando salió llevaba en la mano un puñado de monedas. Las contamos y vimos que no llegaban a un euro. Óscar dijo entonces que no podía permitirlo y se sumergió unas cuantas veces más. Al final consiguió cerca de seis euros.
- Ya está. Ya puedo invitar a la homenajeada.- Dijo.

Lo cierto es que no pude evitar fijarme en su torso. ¿Sabeis lo que son un par de pectorales? Pues allí había dos ejemplos muy buenos. Y luego, cuando se puso la camiseta...¡se le notaban un montón!

Sí, ya sé. Es posible que penseis "¿pero que le han dado a esta? Está más salida que la esquina de una mesa", pero no puedo evitar acordarme. ¡Es que está muy bueno, en serio!

Creo que Marta se fijó en cómo le estaba mirando, ya que de repente gritó:
-¡Pero tápate hombre, que asustas a las niñas!

Me dio la impresión de que Óscar se ruborizaba un poco (¿es o no es un encanto?) mientras se ponía la camiseta. Olalla y yo mientras tanto estábamos babeando.

Llegamos finalmente a la zona nueva. Yo ya estaba un poco cansada así que me quedé sólo un rato más. Óscar fue fiel a su palabra y me invitó a una copa, pero no pudimos hablar mucho. Allí había demasiada gente y además Olalla había tomado la delantera. Finalmente el sueño pudo conmigo y me fui a casa. Recuerdo que por el camino estuve tatareando canciones y recordando la camiseta mojada (jijiji).

Cuando me metí en la cama no pude evitar pensar que la noche fue genial, pero quizás pudo haber sido todavía mejor.

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