Me duele mi mano...me duele mucho. Tengo una marca rojiza en forma de encendedor de coche en el dorso y ahora mismo me está escociendo. ¿Por qué la gente es tan desagradable?
Esta noche salí con Olalla a tomar unas copas. Fuimos a la zona vieja a tomar unos vinos y luego a un pub de un amigo a darle a la primera copa. Estuvo genial. En el pub ponen exactamente la música que a mí me gusta y eso, la verdad no suele ser habitual. Esuvimos allí cerca de dos horas y conocimos a dos tíos que, sinceramente, eran bastante majos. Daniel y Jacobo, se llamaban.
Bueno, ya sabéis cómo va esto. Una vez que comenzamos a hablar y a conocernos, Carlos se acercó más a Olalla y Jacobo, de un modo torpemente distraído pero adorable, se encargó de que no estuviese sóla. Me habló de sus estudios, de su ciudad y de sus ganas de tener un coche. A mí me gustaba un poquito (no podeis haceros una idea del pelo rizo esponjoso que tenía), y animada por dos copas de cacique y los vinos ventilados antes, comencé a sentir verdadero interés por sus historias.
Así que una vez que cerró el pub decidimos acercarnos a la zona nueva con ellos a acabar la noche. A eso de las cinco de la mañana, sólo queda como opcion ir a Liberty (los que alguna vez salisteis por Santiago sabeis de qué estoy hablando). A mi me horroriza. No me gusta su ambiente y no me gusta su música (odio el reggaeton, que es lo que suele abundar ahí), pero me encontraba con muchas ganas de bailar y no me importaba en absoluto entrar y pasar un rato.
Y ahí se torció el asunto. El local estaba a tope y como queríamos bailar fuimos mediante empujones hasta la mitad de la pista. Llegamos por fin y yo comencé a dejarme llevar por la música (gracias a Dios ya había acabado la hora pachanguera y estaban con Amaral). De pronto sentí un pinchazo agudo en mi mano. La aparté rápidamente y vi un punto negro de ceniza sobre ella. Un imbécil que estaba a nuestro lado estaba fumando y me había quemado. Estaba enfadadísima, así que me acerque a él.
- Oye tío, ya te vale , cuidado con el pitillito ¿eh?
El tipo me miró. Dió una calada y me soltó:
- Oye tía, lo siento ¿eh? Pero no es culpa mía si no sabes donde poner las manos.
Me quedé a cuadros. Os juro que no esperaba una disculpa ni nada de eso, pero la chulería del fulano y el desdén que demostró a continuación dándose la vuelta me erizó el cabello.
- Oye tío - le grité - Por lo menos apaga el pitillo ¿no?
El fulano me miró y parpadeó. En ese momento me dí cuenta de que era por lo menos tres veces más grande que yo y que debía pesar lo menos diez veces más (más o menos). Pero yo estaba cabreada. La mano me dolía y no estaba dispuesta a que un cantamañanas como ese se quedase tan fresco. El tipo levantó su mano y señaló detrás de mi.
Me di la vuelta y vi a Olalla, Carlos y Jacobo pasándose un mechero y encendiendo tres cigarros. El tipo susurró a mi oído "¿esperas que yo lo apague,cuando tus colegas están encendiendo uno? Anda...pírate niña."
¿que le podía contestar? El se dio cuentade que estábamos todos juntos, y obviamente era estúpido obligarle a apagar su cigarro cuando mis compis de fiesta estaban encendiendo uno.Pero lo peor fue cuando Jacobo reconoció al fulano y lo saludó.
-Es que lo conozco desde el colegio. -Me dijo, cuando yo indignada le pregunté.
Me callé y me dí la vuelta. Eso sí, estuve todo el tiempo pisando y empujando al imbécil, aunque con el tamaño que tenía creo que ni lo notó. Y no volví a dirigir la palabra a Jacobo en todo el tiempo.
Ahora en casa veo la marca del cigarrillo en mi mano y siento el dolor de la quemadura y me cago en todos los muertos del pijito maleducado.
¡Ayyy!