27 marzo 2007

Un regalo, una flor


¿Alguna vez os han regalado flores?

Esto, que parece el eslogan de una colonia, es una pregunta que me hago últimamente porque me he dado cuenta de que a mí nunca me ha pasado.

Todo empezó cuando el viernes Sofía llegó a casa con un ramo gigantesco envuelto en papel brillante. Se lo había regalado un tipo que suele ir todos los días a primera hora al pub a tomarse unas cervezas. El típico fulano que se sienta en la barra y habla con los camareros o con el dueño del local, siempre va sólo y no suele quedarse hasta muy tarde porque tiene familia y un trabajo que le espera a la mañana del día siguiente. Si, ya sabeis, ese tipo que odias que te diga algo cuando estás con tus amigos bailando y lo primero que piensas cuando se dirige a tí es de se trata de un viejo borracho que viene a dar la lata.

Pues Sofía estaba encantada.

- Es un señor muy amable y muy simpático, Vero. Está separado y vive cerca del pub. Le divierte estar con nosotros un par de horas todos los días que abrimos y suele dejarnos propinas (lo cual no es muy normal en unos camareros de pub). Me dio el ramo y una propuesta seria de matrimonio.

Se rió al ver mi mirada.

- No te preocupes, cariño. Todavía soy muy joven...

Bromas aparte, me he dado cuenta de que sentí un pinchazo de envidia. No del señor y su honesta propuesta (¡oh Dios, no!), sino del ramo. Yo también quiero uno.

¿Me regalarías tú una flor?

18 marzo 2007

Te echo de menos


¿Donde estás Vero? No te veo, no te encuentro, no te siento.

Creía que siempre estarías conmigo, pero me has dejado ¿Donde te escondes maldita?
Nos conocemos desde que nacimos, fruto de la misma matriz ¿Donde está tu presencia cuando más ausente estoy? ¿Donde tus caricias cuando me pierdo?

Te necesité esta noche y me abandonaste, no puedo confiar en tí....

Maldita confianza, pereza de la razón, si te deseo huyes tras los fantasmas de mi alma.
NO te rías...No te rías ahora...no tienes ningún derecho

16 marzo 2007

Pequeña niña buena

Tengo que ser buena, ya me lo decía mi abuelita cuando era pequeña...

- Vero, si eres buena ya verás como todo en la vida te sale bien.

Más tarde crecí y me dí cuenta que no es tan fácil (ni tan divertido) seguir siempre este consejo. Ademas...¿quien puede asegurar que siendo buena la vida me irá bien?.

Y desviarme un poco del "recto camino" de vez en cuando tampoco viene mal. Pero lo realmente divertido es no cambiar nunca la cara. Seré buena, si, desde luego, pero a mi manera.

08 marzo 2007

8 de Marzo

Hoy se celebra el día de la Mujer Trabajadora.
No deja de ser triste que tenga que celebrarse un día así, ya que significa que todavía existe desigualdad. Y no creais que es sólo en países menos desarrollados que el nuestro ya que aquí también hay casos que claman al cielo. Pero de todos modos el problema no es simplemente laboral, sino que toca todos los palos de la sociedad donde en la mayor parte de los casos se nos sigue viendo como ciudadanas de segunda. El machismo todavía está enraizado en la mente de muchas personas, tanto hombres como mujeres, y no todas superan los cincuenta. En los colegios, institutos y universidades todavía hay discriminación, aunque a veces sea tan sutil que no nos demos cuenta.

Quiero contaros lo que me pasó hace una semana para que veais qué es lo que quiero decir.
Os pongo en situación: El otro día por la noche estábamos Ana y yo en el salón cenando mientras Sofía se estaba vistiendo para ir a trabajar (ya os dije que es camarera en un pub). Mi prima Marta había quedado con Martín, un chico con el que lleva saliendo un par de meses. Martín trabaja en una tienda de deportes y es un loco del ciclismo. Realmente me parece un tipo muy majo aunque después de lo que pasó ya no le tengo tanto cariño...ya veréis porqué.

Cuando estábamos recogiendo los platos, escuchamos unos gritos en la escalera del piso. Mi prima estaba discutiendo con alguien y parecía muy cabreada.

- ¡Me cago en la leche, Martín! ¿Pero tú eres imbécil?
-...(Se supone que Martín le estaba contestando algo, pero como hablaba muy bajo no nos pudimos enterar)
- ¡Vete a la mierda!- Esto lo dijo cuando ya estaba entrando en casa. Cerró con un portazo que hizo temblar hasta la tele
-¿Pero que ha pasado? - Dijo Ana
- Este tío es gilipollas - Rugió Marta. Fue hasta la cocina, abrió la nevera y cogió el cartón de zumo de naranja.- Es que es un verdadero idiota. - Se puso a beber directamente por el cartón mientras entraba en la salita.
Sofía salió de la habitación y se acercó hasta ella.
-¿Que ocurre, Marta?
- Pues ocurre que los hombres son todos unos jodidos gilipollas. ¡Todos!¡No se salva ni uno!
- A ver, primita...¿quieres explicarnos...?

Marta dió un trago larguísimo del cartón de zumo. Por un momento creí que se iba a ahogar, jamás pensé que alguien pudiese beber tanta cantidad de líquido sin respirar. Cuando terminó arrugó el tetra-brick y lo arrojó sobre la mesita. Parecía un poco más tranquila. Sacó un paquete de cigarrillos del bolso y encendió uno.
- Pues imaginaos. Estábamos tomando unas cervezas en el Reixa cuando entró Laura, una compañera que empezó con Ana y conmigo la carrera y que ahora está en un departamento ¿sabes quien te digo Ana?
- Si, claro, Laurita.
- Bueno, pues después de saludarla, le comenté a Martín que estaba haciendo el doctorado. Y el muy imbécil con una sonrisita va y me suelta "Pues no lo entiendo ¿Para qué le puede servir un doctorado?". Me quedé alucinada. Lo primero que pensé es que como el pobre es un poco burro (ya lo conocéis, no suele pensar mucho) tiende a reirse de la gente con estudios y más culta que él. Pero no era eso, no...lo que me dijo a continuación no tiene perdón: "Las tías entran en la universidad para encontrar marido ¿no? ¿Para qué se molesta en hacer un doctorado?".
Nos quedamos las tres mudas.

-¿En serio te dijo esto? - Preguntó Ana divertida. Ya os dije que ella también está haciendo un doctorado.
- Y no se quedó ahí.- respondió mi prima. - Al principio creí que era un broma e incluso me reí, ¿Entonces que piensas de Ana, mi compañera de piso?, le pregunté. "Bueno, ella tiene novio ¿no?, así que está bien que se entretenga mientras espera a casarse".
Ana comenzó a reirse.
- ¿Pero de donde ha salido este tío?, Marta sabía que te gustaban los tipos brutos, pero tanto...
- Pues en ese momento me cabreé tanto que le di un par de gritos y me vine a casa. Martín salió detrás de mí alucinado y pidiéndome explicaciones ¡Ni siquiera entendía por qué estaba enfadada!
-Bueno, la verdad es que conozco a unos cuantos como él. - Dijo Sofía. - Y no quiero deciros el tipo de bromas que hace mi jefe con mis compañeros sobre las chicas que entran en el pub, y seguro que también sobre las camareras, aunque ahí se cortan un poco.
- Lo peor de todo - dijo Ana, ahora más seria - es que para la mayoría esa forma de pensar es totalmente normal. Es lo que han vivido en sus casas desde pequeños y no entienden que es denigrante. Y no penseis que sólo ocurre a ese nivel. En mi facultad casi todos los que están haciendo la tesis son hombres, pese a que la gran mayoría de estudiantes son mujeres. Hay profesores que han elegido dirigir la tesis a un tío poniéndolo delante de una mujer que incluso tenía mejor expediente. La excusa que suelen poner es que ya les ha pasado más de una vez que una chica deje el proyecto porque se va a casar o va a ser madre. Es triste pero es la realidad.

- Pues la realidad es una mierda. - Sentenció Marta.

Qué quereis que os diga. Yo estoy de acuerdo con mi prima y tengo la sensación de que a eso que llamamos igualdad todavía no hemos llegado. Tengo miedo de que cuando acabe la carrera y opte por algún puesto de trabajo pongan por delante de mí a un tío sólo por eso, por ser tío. Y tengo miedo de que los niños de este país piensen como Martín.

07 marzo 2007

La media multicolor

¿Nunca os ha pasado eso de perder un calcetín cuando haceis la colada? He leído por ahí que es una de las leyes de Murphy, la lavadora devuelve ropa lavada a cambio de tragarse uno.

Ayer hice una colada y perdí una de mis medias favoritas, un calcetín largo de rayas estilo los de Pipi Calzaslargas con dedos en el extremo ¡adorable!. Reflexionando sobre eso inventé el siguiente cuento

No lo podía creer.
Cuando estaba tendiendo la ropa mi media de colores del pie derecho no aparecía.
Busqué y busqué en el montón de ropa mojada, pero nada. Así que abrí la puerta de la lavadora, con la esperanza de encontrarla allí. El tambor estaba vacío, pero una pequeña muesca llamó mi atención. Acerqué la mano y vi que se trataba de una manecilla con un resorte. Al presionarlo sonó un chasquido y descubrí alucinada que el fondo de la lavadora se había abierto. Sin pensármelo dos veces me introduje en el interior del aparato y me arrastré por la hendidura.

De pronto me ví en el interior de un túnel. Las paredes eran metálicas y el suelo estaba tapizado de tela. Al fijarme un poco más me di cuenta de que no era simplemente tela. Miles y miles de calcetines cosidos unos a otros lo recubrían. Seguí adelante, agachada, avanzando como podía y por fin llegué al final del pasadizo. Terminaba en una abertura circular parecida a los ojos de buey de los barcos. Tenía una especie de cortina hecha también de calcetines. Cuando la aparté y me asomé no pude evitar que una exclamación de asombro saliese de mi boca.

Me encontraba ante lo que parecía la caverna más inmensa del mundo. Las paredes estaban llenas de agujeros como desde el que yo estaba. Pensé que si cada uno de ellos llevaba a una lavadora diferente todas las lavadoras de la tierra debían estar comunicadas con aquel gigantesco lugar. Me asomé un poco más y pude ver el suelo de la cueva también estaba tapizado de calcetines. Millones de calcetines que le daban a la estancia un aspecto multicolor muy divertido.

De pronto sonó un ruido estrepitoso, como el de una sirena de un barco, y de los múltiples agujeros de las paredes comenzaron a asomarse ¡ratas! Y todas ellas empezaron a correr por las paredes hacia el suelo, dirigiéndose hacia lo que parecía ser un trono real. Me pareció que era de oro y estaba tapizado, como no, de calcetines. Cuando todas las ratas salieron de los túneles, el suelo multicolor ya no podía verse. Todo era cuerpos grises y colas largas retorciéndose. Volvió a sonar esa especie de sirena y todos los animáles se postraron en el suelo, metiendo la cabeza entre sus patas y levantando sus colas al aire. De un agujero mucho mayor que el resto salió lentamente una rata blanca, y con unas maneras muy ceremoniosas se acercó al trono. Cuando se sentó en él pude comprobar que en la cabeza, a modo de corona, llevaba ¡mi media de colores!

04 marzo 2007

¡Me duele!

Me duele mi mano...me duele mucho. Tengo una marca rojiza en forma de encendedor de coche en el dorso y ahora mismo me está escociendo. ¿Por qué la gente es tan desagradable?

Esta noche salí con Olalla a tomar unas copas. Fuimos a la zona vieja a tomar unos vinos y luego a un pub de un amigo a darle a la primera copa. Estuvo genial. En el pub ponen exactamente la música que a mí me gusta y eso, la verdad no suele ser habitual. Esuvimos allí cerca de dos horas y conocimos a dos tíos que, sinceramente, eran bastante majos. Daniel y Jacobo, se llamaban.
Bueno, ya sabéis cómo va esto. Una vez que comenzamos a hablar y a conocernos, Carlos se acercó más a Olalla y Jacobo, de un modo torpemente distraído pero adorable, se encargó de que no estuviese sóla. Me habló de sus estudios, de su ciudad y de sus ganas de tener un coche. A mí me gustaba un poquito (no podeis haceros una idea del pelo rizo esponjoso que tenía), y animada por dos copas de cacique y los vinos ventilados antes, comencé a sentir verdadero interés por sus historias.

Así que una vez que cerró el pub decidimos acercarnos a la zona nueva con ellos a acabar la noche. A eso de las cinco de la mañana, sólo queda como opcion ir a Liberty (los que alguna vez salisteis por Santiago sabeis de qué estoy hablando). A mi me horroriza. No me gusta su ambiente y no me gusta su música (odio el reggaeton, que es lo que suele abundar ahí), pero me encontraba con muchas ganas de bailar y no me importaba en absoluto entrar y pasar un rato.

Y ahí se torció el asunto. El local estaba a tope y como queríamos bailar fuimos mediante empujones hasta la mitad de la pista. Llegamos por fin y yo comencé a dejarme llevar por la música (gracias a Dios ya había acabado la hora pachanguera y estaban con Amaral). De pronto sentí un pinchazo agudo en mi mano. La aparté rápidamente y vi un punto negro de ceniza sobre ella. Un imbécil que estaba a nuestro lado estaba fumando y me había quemado. Estaba enfadadísima, así que me acerque a él.
- Oye tío, ya te vale , cuidado con el pitillito ¿eh?
El tipo me miró. Dió una calada y me soltó:
- Oye tía, lo siento ¿eh? Pero no es culpa mía si no sabes donde poner las manos.
Me quedé a cuadros. Os juro que no esperaba una disculpa ni nada de eso, pero la chulería del fulano y el desdén que demostró a continuación dándose la vuelta me erizó el cabello.
- Oye tío - le grité - Por lo menos apaga el pitillo ¿no?
El fulano me miró y parpadeó. En ese momento me dí cuenta de que era por lo menos tres veces más grande que yo y que debía pesar lo menos diez veces más (más o menos). Pero yo estaba cabreada. La mano me dolía y no estaba dispuesta a que un cantamañanas como ese se quedase tan fresco. El tipo levantó su mano y señaló detrás de mi.
Me di la vuelta y vi a Olalla, Carlos y Jacobo pasándose un mechero y encendiendo tres cigarros. El tipo susurró a mi oído "¿esperas que yo lo apague,cuando tus colegas están encendiendo uno? Anda...pírate niña."
¿que le podía contestar? El se dio cuentade que estábamos todos juntos, y obviamente era estúpido obligarle a apagar su cigarro cuando mis compis de fiesta estaban encendiendo uno.Pero lo peor fue cuando Jacobo reconoció al fulano y lo saludó.
-Es que lo conozco desde el colegio. -Me dijo, cuando yo indignada le pregunté.

Me callé y me dí la vuelta. Eso sí, estuve todo el tiempo pisando y empujando al imbécil, aunque con el tamaño que tenía creo que ni lo notó. Y no volví a dirigir la palabra a Jacobo en todo el tiempo.

Ahora en casa veo la marca del cigarrillo en mi mano y siento el dolor de la quemadura y me cago en todos los muertos del pijito maleducado.

¡Ayyy!