04 marzo 2007

¡Me duele!

Me duele mi mano...me duele mucho. Tengo una marca rojiza en forma de encendedor de coche en el dorso y ahora mismo me está escociendo. ¿Por qué la gente es tan desagradable?

Esta noche salí con Olalla a tomar unas copas. Fuimos a la zona vieja a tomar unos vinos y luego a un pub de un amigo a darle a la primera copa. Estuvo genial. En el pub ponen exactamente la música que a mí me gusta y eso, la verdad no suele ser habitual. Esuvimos allí cerca de dos horas y conocimos a dos tíos que, sinceramente, eran bastante majos. Daniel y Jacobo, se llamaban.
Bueno, ya sabéis cómo va esto. Una vez que comenzamos a hablar y a conocernos, Carlos se acercó más a Olalla y Jacobo, de un modo torpemente distraído pero adorable, se encargó de que no estuviese sóla. Me habló de sus estudios, de su ciudad y de sus ganas de tener un coche. A mí me gustaba un poquito (no podeis haceros una idea del pelo rizo esponjoso que tenía), y animada por dos copas de cacique y los vinos ventilados antes, comencé a sentir verdadero interés por sus historias.

Así que una vez que cerró el pub decidimos acercarnos a la zona nueva con ellos a acabar la noche. A eso de las cinco de la mañana, sólo queda como opcion ir a Liberty (los que alguna vez salisteis por Santiago sabeis de qué estoy hablando). A mi me horroriza. No me gusta su ambiente y no me gusta su música (odio el reggaeton, que es lo que suele abundar ahí), pero me encontraba con muchas ganas de bailar y no me importaba en absoluto entrar y pasar un rato.

Y ahí se torció el asunto. El local estaba a tope y como queríamos bailar fuimos mediante empujones hasta la mitad de la pista. Llegamos por fin y yo comencé a dejarme llevar por la música (gracias a Dios ya había acabado la hora pachanguera y estaban con Amaral). De pronto sentí un pinchazo agudo en mi mano. La aparté rápidamente y vi un punto negro de ceniza sobre ella. Un imbécil que estaba a nuestro lado estaba fumando y me había quemado. Estaba enfadadísima, así que me acerque a él.
- Oye tío, ya te vale , cuidado con el pitillito ¿eh?
El tipo me miró. Dió una calada y me soltó:
- Oye tía, lo siento ¿eh? Pero no es culpa mía si no sabes donde poner las manos.
Me quedé a cuadros. Os juro que no esperaba una disculpa ni nada de eso, pero la chulería del fulano y el desdén que demostró a continuación dándose la vuelta me erizó el cabello.
- Oye tío - le grité - Por lo menos apaga el pitillo ¿no?
El fulano me miró y parpadeó. En ese momento me dí cuenta de que era por lo menos tres veces más grande que yo y que debía pesar lo menos diez veces más (más o menos). Pero yo estaba cabreada. La mano me dolía y no estaba dispuesta a que un cantamañanas como ese se quedase tan fresco. El tipo levantó su mano y señaló detrás de mi.
Me di la vuelta y vi a Olalla, Carlos y Jacobo pasándose un mechero y encendiendo tres cigarros. El tipo susurró a mi oído "¿esperas que yo lo apague,cuando tus colegas están encendiendo uno? Anda...pírate niña."
¿que le podía contestar? El se dio cuentade que estábamos todos juntos, y obviamente era estúpido obligarle a apagar su cigarro cuando mis compis de fiesta estaban encendiendo uno.Pero lo peor fue cuando Jacobo reconoció al fulano y lo saludó.
-Es que lo conozco desde el colegio. -Me dijo, cuando yo indignada le pregunté.

Me callé y me dí la vuelta. Eso sí, estuve todo el tiempo pisando y empujando al imbécil, aunque con el tamaño que tenía creo que ni lo notó. Y no volví a dirigir la palabra a Jacobo en todo el tiempo.

Ahora en casa veo la marca del cigarrillo en mi mano y siento el dolor de la quemadura y me cago en todos los muertos del pijito maleducado.

¡Ayyy!

3 comentarios:

orion_rigel dijo...

Bueno, chiquilla, imbéciles hay en todas partes. Hay que tener paciencia. Personalmente creo que has sido un poco dura con el tal Jacobo. A esas horas y con, seguramente, varias copas en el cuerpo no suele ser muy buena idea ponerse a discutir con nadie. Es posible que el chico lo halla pensado así y prefirió no meterse en problemas que al final no llevan a nada bueno.

Respecto a la quemadura, un poco de pasta de dientes suele ir bastante bien (eso sí, tiene que ser inmediátamente después de quemarte, así que creo que mi consejillo llega un poco tarde).

Ánimate, que agriarte por algo así no merece la pena. Te invito a pasarte por mi blog que (¡por fin!) he vuelto a recuperar.

Un saludo

Anónimo dijo...

Me tienes como lectora fiel de tu blog. Y a veces me haces reir. Lo siento niña!! Pero con esta historia me estaba partiendo de risa (y con tu enfado más!!!) Me encanta la frescura con la que escribes..

Felicidades!!

Maruxa

naidleim dijo...

orion_rigel No conocía el truco ese de la pasta de dientes ¿seguro que es efectivo? A mi me suena a remedio de la abuela...

¡Es genial que hayas vuelto al foro, que ya iba siendo hora hombre!

Maruxa...si te hubiese pasado a tí ya me gustaría verte reir, ya ... ;) ;) ;)

Un besazo a los dos