19 enero 2007

El cafecito

Casi todas las tardes a eso de las siete y media me tomo un café. A veces en una cafetería cercana a la facultad con la gente de Arte, otras en un pequeño y adorable pub situado debajo de mi casa con mi prima y las niñas del piso, pero la mayoría lo tomo sola en el salón mirando por la ventana.

A mí el café me gusta con leche y espuma, estilo capuccino, y si puede ser con un poco de canela por encima. En esta ciudad donde muy pocas veces sale el sol, la sensación del líquido caliente deslizándose por la garganta mientras miro como llueve es muy acogedora.

En ese momento es cuando digiero un poco todo lo ocurrido a lo largo del día y hago una pequeña valoración. Tengo mi propio sistema de calificaciones, basado a su vez en los distintos tipos de cafés. Así si la jornada ha sido normal, sin nada especial la llamo "expresso"; si ha sido aburrida la denomino "cortado"; si ha sido divertida "vienés" o "irlandés", depende; si ha sido una mierda entonces se trata de "un doble americano" o un "carajillo"; si he conocido a alguien digno de mención puede ser "descafeinado", "africano" o "colombiano", y si ese alguien además es guapo puede que esté hablando de un "Blue Mountain".

Hoy creo que va a ser un "Blue Mountain", je, je, je

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y cuando te vas a tomar un cafelito conmigo guapaaaa?

naidleim dijo...

Cuando tu quieras, hermosote, ji, ji, ji