06 noviembre 2006

La Dama (I)

Ya anochecía y Raúl aún no había terminado de limpiar la vieja espada. Los cálidos colores de la tarde se reflejaban en el metal, mostrando las pequeñas motas de barro reseco incrustadas en sus innumerables mellas. Una brisa húmeda y fría le lamía por la espalda mientras se afanaba por restregar una y otra vez la estopa por el hierro. Su padre no tardaría en acercarse para supervisar su trabajo y temía no acabar a tiempo. Sabía que eso significaría nuevos reproches por parte del viejo y no le dejaría moverse de allí hasta acabar, aunque eso significase quedarse fuera toda la noche.

Raúl odiaba las armas. Pese a ser hijo de un señor de la guerra, famoso por sus gestas en el campo de batalla jamás se había interesado en el arte de la pelea. Chiquillos con dos años menos que él eran capaces de tumbarle en los combates cuerpo a cuerpo. Era incapaz de sostener una lanza y mantener el equilibrio cuando montaba a caballo y su manejo con la espada era tosco y pesado. Su padre se desesperaba viendo que su propio hijo estaba muy por debajo de los jóvenes del lugar y solía castigarlo a conciencia con la vara. Aquello producía que Raúl detestase aún más su aprendizaje.

Desde que su madre murió, su vida se había convertido en un infierno, y eso es algo muy triste para un joven de trece años. El viejo siempre fue seco y taciturno y su relación con él siempre estuvo marcada por el miedo y la distancia. Raúl deseaba marcharse. Lo deseaba con todas sus fuerzas. Notaba como los nudillos le dolían mientras seguía frotando. El frío se sentía ya con mayor intensidad y sus piernas comenzaron a temblar. La espada parecía estar igual que al principio. Por mucho que se empeñara, el arma no mejoraba su aspecto y aquello lo desalentaba todavía más. Dentro de poco no habría luz suficiente para evaluar su labor, pero eso no impediría que su padre le obligase a seguir trabajando. Se mordió el labio y comenzó a restregar el paño con mas ahínco.Un portazo en el establo hizo que levantase la vista, entonces divisó a Alan asegurando el portón con un travesaño.

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