18 diciembre 2006

Fiesta de Despedida

Esta semana se acaban las clases y vuelvo a Madrid a pasar las navidades. Como no voy a volver hasta enero a mi prima se le ocurrió hacer una fiesta de despedida.

Bueno, la fiesta estuvo muy bien. Marta y Sofía invitaron a unos amigos, Ana trajo a su novio Pedro y yo quedé con compañeros de mi facultad.

Hay que reconocer que mi prima es buena anfitriona. Quitó la mesa del salón y en una tabla apoyada sobre dos caballetes dispuso diversas chuminadas para picar; allí había patatillas, gusanitos, cheetos, aceitunas, kikos...incluso hizo sandwiches de jamón y queso.

-Es que es una fiesta para niños pequeños- Dijo la maldita, con una sonrisita.

Yo compré dos botellas de ron y tres de coca-cola. Ana y Pedro colaboraron con algo de whisky y Sofía se trajo unas botellas de licor del pub donde trabaja.

A eso de las diez llegaron mis amigos: Lucía, Olalla, Emma, María, Ángel, Esteban y Luis. Teóricamente todo el mundo debería traer algo para beber, pero Esteban dijo que no tenía mucha pasta y que sólo le daba para una bolsa de gominolas. A Luis directamente se le olvidó. Menos mal que las chicas sí traían botellas, así no tuve que contener a mi prima, que ya comenzaba a asesinar con la mirada a los dos gorrones.

Un poco más tarde llegaron los colegas de Marta y Sofía, ya bastante avispados y con ganas de juerga. Cuando subían por las escaleras iban cantando la canción de Sin Chan a toda voz; una colleja de mi prima en la calva de uno de ellos les indicó que la fiesta era dentro del piso y que no estaba bien eso de molestar a los vecinos.

La cosa empezó bastante bien. Yo estuve la primera hora con Lucía y Olalla riéndonos de Esteban y Luis, que estaban absortos con Sofía. Cada poco uno de ellos se acercaba a nosotras y me preguntaba que si mi compañera de piso tenía novio, que si no le importaría que le entrase, que si le gustaban los morenos. Yo les animaba a que se dirigieran a ella directamente, que yo no era la celestina de nadie. Al final Luis le echó agallas y lo intentó.

-Hola, yo soy Luis. ¿como te llamas?- Una pregunta un tanto curiosa, teniendo en cuenta que yo los había presentado un par de horas antes.
-Hola Luis, soy Sofía, ¿ya no te acuerdas?
-Ah, si claro,, je, je...Eres la compi de Verónica ¿verdad?
-Pues sí
-Ya me parecía a mí. Como no te veo por mi facultad. Porque si te viese por allí estoy seguro que te recordaría. Porque una cara como la tuya es difícil de olvidar, je, je.
-Ah...-Dijo Sofía, divertida (es increíble las idioteces que puede llegar a decir un tío delante de una chica que le gusta)
- Er...¿Te gusta el whisky?¿Quieres que te traiga una copa?
Aquello fue el colmo. Que el estúpido gorrón invitase a Sofía con una bebida que él no había pagado era alucinante.
-No, ya tengo licor. Muchas gracias.

Olalla y yo comenzamos a partirnos de risa. Luis lo notó y aquello no le hizo ninguna gracia. En ese momento uno de los amigos de mi prima llamó a Sofía y ella se dirigió hacia él, despidiéndose de Luis. El pobre se vio de repente sólo y con nosotras choteándonos.
-¿Te gusta el ron, Luis? ¿te traigo una copita?-Le dije
-Vete a la mierda.

Después del triunfo de Luis, Esteban optó por no acercarse a ella. Tenía la teoría de que su desinterés provocaría que a Sofía le picase la curiosidad y fuese a hablar con él. Pero parece que Sofía no debía andar muy receptiva aquella noche, porque por mucho desinterés que mostró Esteban, ella no se percató.

Lo más gracioso de todo fue cuando Luis me entró.

- Bueno, Vero...Está bien el botellón ¿Eh?
- Pues sí, sobre todo para tí que te ha salido gratis.
- Si, eh...lo siento. Es que no tenía un puto duro...
- Es coña, hombre
- Ah, ja, ja, ja. Oye, no te habrá molestado que le entrara a tu compi ¿verdad?
- ¿A mí? No ¿Por qué me iba a molestar? Además no le entraste, le invitaste a whisky ¿recuerdas?
- Si, ya. Lo digo porque a lo mejor no te parecía bien. Con eso de que sois compañeras de piso y eso...
- Repito: ¿por que me iba a molestar?
- No, por nada...(silencio de cinco minutos). ¿Terminaste el trabajo de medieval?
- Aún no lo empecé. Menudo coñazo.
- Estaba pensando que podíamos quedar para hacerlo juntos.
- Si, pero ya quedé con Olalla
- Oh, vaya. Pero podemos quedar de todas formas...
- Luis, ¿me estás entrando?
- (Pone una sonrisita boba) A lo mejor...
- Luis, ¿te das cuenta que hace media hora lo estabas intentando con Sofía?
- Si, bueno, pero ¿eso que importa?
- ¡Vete a la mierda!
- Oye, oye, perdona si te ofendo ¿eh? ¡Joder con la niña!
(nuevo minuto de silencio, los dos miramos hacia la pared de enfrente)
- Verónica...
- ¡¿Qué quieres?!
- ¿Te apetece un whisky?...

La ventaja es que yo estaba de buen humor. Esto ayudó a que esa noche Luis no terminara con la botella de whisky rota en la cabeza.

La fiesta acabó a eso de la una y luego bajamos a tomar unas copichuelas. Hoy escribo este post con una sonrisa al recordar que finalmente Estebán decidió que su táctica no era muy buena y, con el valor que dan los cubatas cargados, atacó a Sofía con todo su arsenal seductor. O por lo menos eso era su intención, lástima que el alcohol no le permitiese articular bien las palabras y por la cara que puso ella, creo que no le fue muy bien.

2 comentarios:

orion_rigel dijo...

Oh vaya, creo que a esos dos deberías atarlos.

Besos de un pedante, chiquilla, y feliz navidad

naidleim dijo...

Si, atarlos a un carro, je, je, je...

Feliz navidad, pedantillo