30 abril 2007

El Primer Beso (IV)


Como no estábamos muy seguros de donde quedaba la discoteca decidimos preguntarle a alguien. La verdad que la cosa estaba difícil, pues en la calle sólo veíamos ingleses y alemanes. No había nadie que pareciese entender el español. Había oído hablar que este tipo de cosas suelen suceder en los centros turísticos más famosos, pero era la primera vez que lo vivía en persona. ¡Si parecía que éramos nosotros los extranjeros!.

Por fin vimos a un chico repartiendo tarjetas de un pub. Parecía uno de esos gangsters de las películas, ya que estaba vestido totalmente de negro y llevaba un sombrero que le cubría la mitad de la cabeza. Era uno de los innumerables relaciones públicas que hablaban con la gente por la calle intentando atraerlos a su local.

- ¡Hola parejita!- Nos saludó. La verdad es que me chocó mucho oir eso de parejita, pero Manuel no pareció inmutarse -¿Queréis conocer el mejor sitio de toda la zona? Buena música, buen ambiente y copas a un precio razonable, que no barato.

- No, lo siento. es que vamos al FlashBack.

- Al FlashBack no se puede ir ahora, que sólo hay bacalas y pastilleros. - Nos dijo - Esperad un rato, tomaos una copita aquí y ya me lo agradecereis. Siempre teneis tiempo de ir allí, parejita, y más tarde el ambiente es mucho mejor.

- Pero es que nosotros ya hemos quedado con nuestros amigos. Lo siento.- Le contesté. Me había hecho mucha gracia eso que dijo de los pastilleros, y había vuelto a tomarnos por una pareja.

- Me juego mi boina a que no están en esa discoteca. Se habrán encontrado a algúno de mis colegas y los habrá llevado a algún local. ¡Que es muy temprano para ir al FlashBack, os lo aseguro!. Además, ¿quien tiene ganas de ponerse a escuchar bacalao a estas horas? Venid conmigo, hacedme caso, la música es mucho mejor.

- Bueno, Vero, quizás tenga razón. Podemos tomar una copa en su pub para hacer tiempo. La verdad es que a mí no me apetece nada meterme en una discoteca ahora.

- Muy bien dicho, si señor. ¿Y la señorita Vero?- Ya se había quedado con mi nombre, el tío quería conseguir clientela a toda costa y la verdad era que se lo curraba muy bien - ¿No quiere un gorrito como el mío? Pues con tres copas regalo seguro. Para Verónica...¡una armónica!

Aquella tontería me hizo reir. Así que al final fuimos. Y me alegro muchísimo de haberlo hecho, porque la verdad es que el local era estupendo. No había mucha gente, la música era estilo Brit Pop y, eso sí, las copas eran un pelín caras (me quedé con las ganas de preguntarle qué significaba para él un precio razonable). El chico sirvió un whisky a Manuel, y a mí un extraño mejunje de color rosa que sabía a caramelo. No tengo ni idea de lo que era aquello, pero estaba bastante bueno. Una vez que estuvimos servidos se despidió y salió.

- Vuelve a la caza. - Dije irónica.

Manuel y yo estuvimos bailando un rato y luego nos sentamos en unos sofás a hablar. No sacó en ningún momento el tema de Jaime y todo lo que había sucedido antes, cosa que le agradecí. En vez de eso charlamos sobre el instituto, los profesores y los planes de futuro.

Al acabar este año voy a hacer un módulo de electrónica. - Me dijo. - Mi padre tiene una empresa de distribución de este tipo de material y creo que le gustaría que yo trabajase con él.
- ¿Te gusta la electrónica? - Le pregunté
- Me gusta saber como funcionan las cosas. Pero no disfruto nada haciendo esquemas sobre un papel y calculándo movidas.
- ¿No pensaste hacer el bachillerato? Así podrías estudiar una ingeniería.
- No me apetece pasarme ocho años más estudiando. Quiero acabar lo antes posible. Me apetece trabajar.
- Pues vaya. ¡Qué prisa tienes!. Yo soy más de "viviré de mis padres hasta que pueda vivir de mis hijos" ¿sabes?.
- Pues yo quiero conseguir dinero lo antes posible. La verdad es que me gustaría tener suficiente para dedicarme a lo que realmente me gusta.
- ¿Y qué es lo que te gusta?
- Te vas a reir...
- Va...dímelo...
- Me gusta el cine. Me encantaría ser director de cine.
- ¡Oh, vaya!...¿Como Almodóvar?
- Bueno, como Almodóvar exactamente no. Me gusta más el estilo de Médem...
- ¡Je! ¡Pues, es genial! A lo mejor dentro de unos años voy a ver una película tuya.
- De eso puedes estar segura.

Estuvimos un buen rato más en el local. Bailamos y tomamos un par de cervezas (el precio de las copas nos parecía exagerado). Finalmente llegaron las cuatro de la mañana.

- Creo que deberíamos ir ya al FlashBack, a ver si encontramos a la peña. - Me dijo.

Aunque yo me encontraba muy a gusto allí, tenía ganas de ver a Carolina y al resto de mis amigas, de modo que nos pusimos en marcha.
En la calle todavía había mucha gente, aunque no tanta como hace unas horas. Nos habían indicado donde quedaba la discoteca y estaba a bastante distancia. Yo estaba un poco cansada, y también mareada (¡realmente bebí mucho aquella noche!), así que me agarré al brazo de Manuel. Recuerdo que después de un rato por fin se atrevió a pasarme el brazo por el hombro y yo me agarré a su cintura. Ahora sí que parecíamos una parejita, pero yo no pensaba en eso. Estaba destrozada y agradecí un montón poder apoyarme en él.

Por fin llegamos al FlashBack. Es la discoteca más grande de Salou, o por lo menos eso era lo que nos dijeron. Entramos y estuvimos paseando un buen rato hasta que encontré a Carolina. Manuel también encontró a su grupo, y no había ni rastro de Jaime y su novia. Por fin me relajé del todo. Aún tenía un nudo en la garganta por toda aquella experiencia y os aseguro que no quería ver a ninguno de los dos.
Le pregunté a Carolina por los alemanes. Al parecer se habían ido a una fiesta que organizaba su hotel o algo así y se habían separado horas antes. Ya no volvería a ver nunca más a mi alemancito, y Carolina no podría ligarse al rubio alto. Pero parece que no le importaba mucho, ya que ya había conocido a otro chico y estaba hablando con él. Esta vez la cosa parecía más fácil porque era de Barcelona.

Así que finalmente volví con Manuel. No le gustaba mucho el ambiente de la sala y salimos a la terraza. Esta discoteca tiene una terraza enorme al aire libre, y allí nos quedamos. No vimos a nuestros amigos hasta que se hizo la hora de volver al hotel. Nos quedamos solos él y yo, bailando el resto de la noche.

Recuerdo que hubo un momento en que un tipo se acercó a Manuel y le dijo algo al oido señalándome. El sonrió mirando hacia mí y el tipo le dio unas palmadas en la espalda.
- ¿Quien era ese tío?¿Qué te dijo?
- No sé quien era. Por el acento creo que andaluz. Me dijo que me tenía mucha envidia por estar bailando con la tía más buena de la discoteca.

Aquello me encantó. No se si estaba mintiendo o no, pero la verdad es que creo que fue uno de los piropos más bonitos que me han dicho nunca. Ya se que no es muy elaborado, pero en aquel momento fue perfecto.

Finalmente llegó el momento de irnos. En la salida de la discoteca encontramos al resto de nuestros amigos. Carolina se estaba despidiendo de un modo muy dulce del barcelonés. Aquello hizo que recordase que unas horas antes estuve a punto de tener mi primer beso con Jaime, y cómo se había torcido todo. Miré a Manuel, las luces del alba le daban un aspecto diferente al que tuvo toda la noche. No era tan guapo como Jaime, ni tan alto, ni tenía esa mirada de pícaro que me chiflaba. Pero era mucho más tierno, mucho más agradable, su conversación tenía contenido y sus grandes ojos parecían estar dispuestos a comerse el mundo.

El camino de vuelta al hotel lo hicimos juntos. Jugamos un poco a eso de mantener el mismo paso y cruzar las piernas por delante del otro ¿sabeis a cual me refiero?. La verdad era que estaba muy cansada, pero aquella forma de caminar hacía que me olvidase de que me dolían los pies.
Entonces me paré y me acerqué a su oído:

- Oye, Manuel, tienes que prometerme una cosa.
- Dime.
- Si algún día haces una película dime que yo seré tu actriz.
- Prometido.

Por fin llegamos. La noche ya se había acabado y yo sólo pensaba en meterme en la cama y dormir un par de horas antes de que los profesores nos despertasen para ir al aeropuerto.

Subíamos en el ascensor. Manuel tenía su habitación en otra planta distinta a la mía.

- Me lo he pasado genial, Vero.
- Yo también, Manuel.

El ascensor había llegado a su planta y las puertas estaban abriéndose.

- La verdad es que te he mentido. - Me dijo.
- ¿Como?
- No es cierto que perdiese a mis amigos.
- ¿Qué quieres decir?
- En la cervecería irlandesa, cuando nos encontramos. Te dije que estaba sólo y no era cierto. Mis amigos se encontraban en una mesa al fondo.
- Pero...
- La verdad es que te dije eso porque me pareció una excusa perfecta para estar contigo.
- Oh, bueno, yo...

Y no pude seguir hablando. De repente los labios de Manuel se habían posado sobre los míos.



(Y tachán tachán, aquí acaba la historia de mi primer beso. ¿Os ha gustado? Oh, Dios, ahora que la leo entera me parece que me ha quedado cursi y ñoña, pero qué le voy a hacer...a lo mejor soy un poco así ...
Más o menos, salvo alguna licencia literaria, la cosa fue así. Me ha encantado escribir todo esto porque me ha servido para recordar aquella noche. Os aseguro que fue tan especial como lo he escrito y que es una pena que no sea mejor escritora, porque las emociones que sentí no he podido describirlas como a mi me hubiera gustado. He decidido acabar la historia justo en el momento del beso en el ascensor. Así es como acaban las grandes historias ¿no? con el beso final. Si teneis curiosidad deciros que no he podido ver mucho a Manuel despues de aquel día. Cuando acabó el curso el se fue del instituto, creo que a estudiar ese módulo, y lo ví alguna vez de noche por Madrid, pero ya no fue lo mismo. No sé si por verguenza o simplemente porque no sabíamos que decir nunca volvimos a decirnos nada más que un "hola, ¿como estás?". La verdad es que creo que es mejor así. Me permite seguir pensando en aquella noche como una noche perfecta, ya que nada sucedió después entre nosotros que la estropeara.
¡Ah, por cierto! Jaime siguió saliendo con su novia el resto del tiempo que estuvo en el instituto. Lo dejaron cuando él empezó la universidad.)

5 comentarios:

orion_rigel dijo...

Je, je, je hoy soy yo el primero

¡Que decirte, chiquilla...! ¡Qué bonito!¡Qué bonito!¡Qué bonito!¡Qué bonito!¡Qué bonito!¡Qué bonito!¡Qué bonito!¡Qué bonito!¡Qué bonito!

En serio, has hecho que recuerde la primera vez, en un concierto de ¡Tam Tam Go! con una chica que me llevaba unos tres años, apoyados en uno de esos camiones de comida rápida (mi primer beso tuvo sabor a hamburguesa).
Recuerdo que me asusté tanto que me eché para atrás y me di un hostión comtra el remolque del camión...ahhh la inocencia...

Ya tenía hecha una porra. Yo apostaba por el alemán, aunque después de cómo presentaste a Manuel en la tercera parte tenía mis dudas. Creo que has elegido bien, y si la historia no continuó siempre te quedará el recuerdo, como bien dices.

Una crítica literaria (a ver si esta vez Maruxa también me lleva la contraria). Me pareció que el final es demasiado cortante. Está muy bien que termines cuando llega el ansiado momento, pero podrías haber explicado un poquito cuales eran tus sensaciones y tus pensamientos.

Pero te vuelvo a repetir que me ha encantado. Espero ansioso otro post de este "Diario de Bridget Jones veinteañera"

Un saludo

naidleim dijo...

¿en serio te golpeaste contra el camión? Jijijiji...(que patético...)

Nooooo, es brooma (pero sí que es patético ;D ;D ;D )

¿En serio te ha parecido que he cortado muy abruptamente? Pues yo estaba convencida de que me estaba quedando un post demasiado largo y pesado.

Gracias por lo de Bridget Jones, jejeje, pero creo que este blog no es tan interesante.

Muchos besazos, Orioncito

Anónimo dijo...

Hola naidleim,

me sumo al comentario de Orion, me ha gustado tu historia del primer beso; como ficción hubiera metido otra vez a Jaime en la discoteca y hubiera contado el debate que tenía lugar en tu interior: Manuel ó Jaime..
Pero has sabido mantenernos atentos a tu blog, para conocer el final de tu historia.


Aunque hubierás vuelto a verle, creo que el primer beso no se olvida, así como el primer amor "platónico". Han pasado muchos años y yo aún recuerdo en ocasiones a aquella chica de Bilbao que sólo veía en verano en Sangenjo, durante años sólo nos miramos y lo único que conservé durante años de ella es una foto que se hizo con una amiga para darmela a mi; nunca hable con ella...pero era el motor que me hacía estudiar en invierno.

Y el primer beso...con una chica mayor que yo y también me asusté al ver que intentaba juguetear con mi lengua...vaya recuerdo lo que sentí, su cara, donde fue, pero he olvidado su nombre.

naidleim dijo...

Gracias por tu comentario Claudio.

Pues sí, tienes razón. El primer amor platónico tampoco se olvida nunca, aunque en mi caso creo que todavía no me ha llegado (nunca he tenido esa sensación de locura hacia alguien, como mucho un poco de nervios cuando estaba cerca de él, como con Jaime). Sin embargo tengo una amiga que estuvo toda la secundaria colgada de un compañero de clase y nunca tuvo nada con él. Creo que todavía tiene esos sentimientos.

Je je, parece que los chicos que visitan mi blog se asustan cuando una chica los quiere besar. ¿os sigue pasando? ;) ;)

Un beso (pero no te asustes)

Anónimo dijo...

Estoy totalmente deacuerdo contigo, el término de tu relato deja extaciado al lector, la perfeccion del momento es casi increible... uno no puede evitar el imaginar la escena.
Agradesco que compartas ese momento tan especial.
Recuerda que lo que no puedes expresar almenos lo puedes sentir.
Ah, casi lo olvido... me encantan las fotografías que usas, si no es mucho pedir quisiera que envies a mi mail (zodiack12@hotmail.com)algunas pocas